domingo, 28 de febrero de 2010

DE HÉCTOR PARA ORLANDO ZAPATA TAMAYO

Tantas veces me he preguntado,

por qué fuimos tan fatales los cubanos.

Por qué si el mundo tiene

dos centenares de países

fue en Cuba que nació el Diablo.


Sin embargo, hoy me he preguntado,

por qué fuimos tan dichosos los cubanos.


Por qué si el mundo tiene

dos centenares de países

fue en Cuba que nació Orlando.


Sí, murió el hombre.

Pero nació la leyenda.

Mi negro cubano, mi hermano.

El caballero valiente, desinteresado.

Que sacrificó su vida, que dijo basta.

Que hizo despertar al mundo.


Gracias, mi hermano. Haga usted un buen viaje.

Que las nubes, y las estrellas puedan decir:

-abran paso que ahí va Orlando.


Ya verás, que muy pronto,

varios de tus alumnos

estaremos a tu lado.

Qué orgullo, mi hermano.

Tu muerte no será en vano.


No hay por qué llorar.

No hay remordimiento.

No hay rabia porque

te hayan matado.


Los asesinos cayeron en tu juego.

Se equivocaron, y te dieron lo que

tú estabas buscando.

Así que por fin has ganado.


Decir héroe, o mártir,

siempre será poco.

Sencillamente ascendiste.

Ya no eres un disidente.


Ahora eres una luz, un camino.

Tendrás más poder, más razón,

Más inteligencia, más liderazgo

para guiarnos a la victoria.


Iniciaste un nuevo camino.

Nos enseñaste otra forma de lucha.

Te graduaste de maestro.

Forjarás una nueva escuela.

El futuro de un pueblo entero,

de Cuba, está en tus manos.


Héctor Manuel Ramírez Rodríguez

Autor del libro CUBA, UN PUEBLO ESCLAVIZADO

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