domingo, 30 de mayo de 2010

Heriberto Hernández presenta a Nestor Diaz de Villegas


Palabras de presentación de Nestor Diaz de Villegas en Zu Galeria
Por Heriberto Hernández


Alguna vez, en un hotel de provincia, conversaba con un poeta amigo, y nos preguntábamos: ¿Y qué fue de los que se fueron? ¿Nuestros contemporáneos, que estarán escribiendo ahora? Las mejores respuestas, las más gratas, a estas preguntas incontestables entonces, me las dio Néstor Díaz de Villegas (o sus libros, o ambos) años después, ya yo entre los ausentes. Al releer sus textos no puedo dejar de imaginar, qué hubiésemos sentido si los hubiésemos leído en ese momento. Ese espacio vacío, se fue llenado con la lectura sucesiva de una serie de cuadernos suyos, que constituyen la columna vertebral de ese desprendimiento, el más doloroso, de la literatura cubana, que es la poesía nuestra escrita en el exilio. Títulos como Canto de preparación (1982), La edad de piedra (1992), Vicio de Miami (1997), Anarquía en Disneylandia (1997), Confesiones del estrangulador de Flagler Street (1998), Héroes (1998) y Por el camino de Sade (2002), constituyen la obra poética más singular que se haya escrito en esta ciudad en los últimos treinta años. Nadie le ha retorcido el cuello al cisne del lenguaje con tal descaro en nuestras letras, ni ha logrado sacarle el sumo, la esencia, de un modo tan personal. Nadie ha logrado trazar con más acierto el mapa emocional de esta ciudad, que es como cartografiar nuestros innúmeros dolores. Las páginas de sus libros son manuales de supervivencia, cuadernos de apuntes en que se da fe de naufragios y coronaciones. En ellos he aprendido a ver a Miami desde los ojos del que sabe que morirá en esta ciudad, soñando pueblos que en Cuba apenas oímos mencionar. En ellos he aprendido a ver los descosidos de la historia que solo pueden remendar versos llenos de hastío, de dolor, y de esa lucidez poderosa que abre una puerta a cada uno de nosotros.

Néstor es el único poeta cubano, según tengo entendido, que ha ido a parar a la cárcel por escribir un poema. A los dieciocho años su poema, "Oda a Carlos III", lo mandó a prisión y a los veintitrés esa misma sentencia le obligó a abandonar la isla. Ese privilegio terrible es tal vez la imagen más clara de la endeblez del poder ante la nobleza de la palabra.



ODA A CARLOS III
Néstor Díaz de Villegas

¡Cuántos años presidiste
la antigua avenida
digna y puntualmente!

Y ahora, ¿podrías soportar
el espectáculo de la chusma
que se agita ante tus pies de piedra,
pretendiendo entender
de jerarquías?

¡Oh, viejo amigo, estás
mejor que nosotros!
Tú no tienes que sufrirlos.
No estás ya obligado, como yo,
a ver, a oír, a decir…

-------------------------------------------------------------
Información relacionada (en el blog): Nestor Díaz de Villegas estuvo anoche en Zu Galeria

No hay comentarios:

Publicar un comentario