lunes, 28 de febrero de 2011

Papo el vividor





Escrito por Adolfo Pablo Borrazá



Centro Habana, La Habana, 01 de marzo de 2011,



(PD) Cuando lo conocí, allá por el año 2006, traía consigo un sin fin de ideas bastante capitalistas. Sus ansias de ser alguien en la vida lo trajeron a la capital en busca de buenos negocios. Primero instaló una maquina de frozzen en la cafetería del cine “Payret”, en la Habana Vieja; luego pudo colocar ahí mismo, otro negocio de sándwiches que le proporcionó buenas ganancias. Nelson Rodríguez, “Papo”, es un hombre capaz de lograr lo que se proponga. Tacaño al máximo, no gasta más de lo que su conciencia roñosa le permita.

En su natal Jaruco conoció de cerca la pobreza. De ahí las ideas de millonario con las que llegó a la capital. Cuando el dinero le dio el respeto que a veces produce, fue que Papo mostró su verdadera naturaleza.

Con la muerte del administrador de la cafetería del “Payret”, Papo alcanzó de manera dudosa la gerencia de la misma. Ahí empezó la dura realidad para los trabajadores del local. A pesar de la reducción de plantillas que ha hecho, obliga a los cantineros y dependientes a pagar el sindicato y el día de haber para las Milicias de Tropas Territoriales. Les exige una devoción al sistema socialista que ni los mismísimos caciques tienen.
Nepotista al extremo, gente que han sido víctimas de las características de la familia Rodríguez dicen que son abusadores y prepotentes. Pero como tienen dinero, les permiten hacer eso y mucho más. En ello está implicada la Dirección Provincial de Comercio y Gastronomía de la Habana Vieja, que recibe de Papo buenas sumas de billetes.

Muchas son las personas que se han quejado del maltrato de Papo. Mujeres con niños han sido vejadas por este personaje, que una vez me dijo que él no creía en el comunismo, que nunca le había dado nada. El quería ser un capitalista con muchísimas propiedades.

El oportunista de Papo cada día aumenta más su riqueza y con ella su forma siniestra de tratar a las personas. Se toma el derecho de decidir el destino de su familia y de los trabajadores que sin otra alternativa, ceden por un poco de dinero. En una ocasión, en uno de sus extremismos, Papo obligó a unos de sus cantineros a quitarse la camiseta con la bandera americana que traía puesta.

Fue por uno de sus empleados que decidí hacer este articulo. Me lo imploró. Quiere que Papo sea desenmascarado por alguien que lo conozca bien. Por suerte o por desgracia, trabajé con él dos años y medio. Apenas empezaba en La Habana y lo albergamos en mi casa. Mi familia lo trató como a un hijo más. Pero Papo es como el alacrán del cuento.

Hoy es un militante del partido único que no acepta que le hablen mal del régimen. Tiene de todo, parece un capitalista de última generación, algo que está de moda entre ciertos comunistas de estos tiempos de actualización del modelo.

Tiene colgado en su oficina un cartel de los “Cinco”. También un cartel con el concepto de revolución que Fidel dio a conocer años atrás. Sus ideas, las que lo trajeron a la capital, han cambiado gracias a la buena vida que lleva. Papo es un acérrimo socialista. La ¿revolución?, y el dinero lo son todo para él. ¿Qué pasará cuando no haya revolución? ¿Sus billetes lo pueden salvar de las mezquinas actitudes que ha mantenido?

adolfo_pablo@yahoo.com

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